el fin de la historia y el ultimo barro

A veces parece que no hay alternativas. Que estamos en el fin de la historia y que las opciones se limitan a dejar que el mundo continué su curso, a permitir la libre actuación de los individuos y en términos generales a todo eso que ya conocemos como las condiciones contemporáneas del capitalismo. Al parecer hay que reconocer la racionalidad de los agentes que siempre buscarán la maximización de sus beneficios. Una vez Acabado el socialismo real lo único que queda es ayudar a que el capitalismo se pula con el tiempo, dicen por ahí.

Evidentemente, esto se traduce en nuestra vida, en la manera en que vivimos y existimos, en las formas cotidianas de relacionarse con las personas y con nosotros mismos, en la manera de relacionarse con nuestro cuerpo. Por eso, cuando un grano se hace demasiado grande y parece irrefrenable, las condiciones estructurales llevan a pensar que el sujeto no tiene la posibilidad de pensar en alternativas a las establecidas por el orden social mundial.

Sin embargo, diferentes experiencias nos han demostrado que existe, si bien no un afuera, por lo menos la posibilidad de repensar la experiencia y descolonización de espacios dominados. Una de estas se refiere a resignificar las prácticas cotidianas tratando de dirigir la atención a otros lugares para dárle nuevas direcciones a las relaciones de poder. Siguiendo lo anterior, una compañera ha decidido irse en pelota a la universidad, aún a pesar del frío, cosa que en lugar de verle el grano, la atención se dirija a otros lugares. Para esto también usará un sombrero de mariachi y una espada de plástico con lucecitas neón o un látigo, dependiendo de la contingencia. De cualquier manera debe cuidarse, así que se pondrá una bufanda por si hace mucho frío. Ojala la bufanda no la cubra demasiado.

Desde este espacio de resistencia a la seriedad, esperamos que su propuesta nos ayude a repensar la vida y que nos enseñe que existen alternativas distintas al progreso acneico y la discriminación nasal.