domingo, septiembre 16, 2007

hangover.

La sociedad en su conjunto se levantó un día borracha y no se acordó de lo que pasó. a su lado habpia una esfera social y se preguntó “mierda, como llegamos hasta aquí”. Se dio cuenta que tenía una laguna de la memoria.

Se puso sus pantalones moderno-coloniales y abrió la puerta. Mientras caminaba su habitus dejaba ver los rigores del capitalismo transnacional. Buscaba elementos que le permitieran verdad, para la justicia y la reparación ya habría tiempo. Habían mas esferas sociales botadas en el piso, navegando sobre su propio vomito, con niveles muy deprimentes de subdesarrollo. Entró al baño. La sociedad en su conjunto se daba asco al mirarse al espejo. No quería tocarse el ALCA pues sentía que la redistribución de la tierra algún tipo de consecuencias, nefastas para su Estado, habrían de haber tenido. “No voy a seguir con la socialización de los medios de producción, es demasiado peligroso para mi”. Se lavó los dientes, se peinó la Illusio y espero un momento para lavarse el poder. Salió del baño, esferas y espacios de discusión seguían aun bebiendo petróleo. Estaban hastíados, pero continuaban. La sociedad en su conjunto estuvo a punto de dejarse tentar por los guiños del biopoder. Pero no, tenía que buscar su sistema iroques en otra parte.

Buscó las llaves de la alteridad, puso el comunismo sobre el acelerador y se dirigió hacia su casa. La Realpolitik se enfriaba y desprendía un líquido viscoso. Cuando llegó, la alteridad no quiso abrir. En un acto hegemónico, puso su comunismo sobre la puerta de la alteridad y golpeó varias veces, esperando resultados efectivos. El fetichismo de la mercancía craqueó al tercer golpe del comunismo sobre la puerta. Abrió, se sintió dialéctico, lleno de una semiótica que le permitía sentir todo el análisis del discurso tardomoderno sobre su ser. Pero la memoria no volvía. Se deconstruyó, pero nada que aclaraba lo sucedido. Decidió llamar a un universo que pasaba por ahí. Y sin embargo, todo seguía en blanco…