TÉCNICAS PARA LEVANTAR CON CARNE.

Se acercan fechas especiales en el año. El día del amor y la amistad es en algún momento después de mañana. Algunos dirán que es muy bonito día en el que lo importante es la intención, no importa tanto el regalo. Los que dicen eso siempre terminan desilusionados con lo que reciben. También están aquellos que consideran que ese día (esos días) son una invención del capitalismo transnacional e imperialista para forzar nuestras vidas hacia el consumo. Los hay de todo tipo, pero eso no es lo importante.

Generalmente aparece la imagen romántica del tipejo regalando flores y chocolates (queriendo realmente encerrarse en el baño y hartarse de esos dulces que tiene en la mano). Todo bien vestidito, esperando obtener una buena recompensa a cambio. Yo alguna vez terminé jugando amigo secreto, y como raro, me regalaron una vaina que fue comprada a ultima hora por una persona que no tenía ni idea que podría interesarme. Una pistola de agua de color verde como sacada de los supersónicos, que había sido probada con anterioridad pues adentro tenía las gotitas que no lograron huir, con el empaque evidentemente roto. Otra vez me regalaron unas Corona. Ese día fue bueno. La persona que me dio el regalo fue a lo seguro. Alcohol.

Un amigo mío, muy original, decidió romper con los estándares de los regalos en cualquier ocasión, en cualquier día. El, que es conocido por ser el paradigma de las borracheras, que ya atravesó hace muuuucho tiempo la última barrera de la vergüenza, vió a una mujer que le fascinaba sentada con el novio tomando cerveza en una tienda cualquiera (aunque la tienda no es una tienda cualquiera). Mientras le temblaba la pierna derecha y prendía el último de sus mustang azul, se recostó contra el escaparate pensando que iba a hacer. Allá estaba ella con tremendo imbecil tomando cerveza. “Ese pobre tipo ni podrá pasar de la cerveza 30. Pobre huevón.” Así pasaban los minutos mientras las cenizas caían al piso por su propio deseo, huyéndole al cigarrillo, huyéndole a mi amigo y sus nervios. “Jueputa, yo si puedo pasar de la cerveza 30 tranquilo, y hasta puedo seguir con guaro si me lo propongo. Jueputa”.

Se acababa el tiempo pues el cigarrillo ya estaba en las últimas de su agonía, alimentando la adicción de este hombre vuelto lo que llaman manojo de nervios. Así que en una rabieta incomprensible rompió con todo otra vez, volvió y se fue por la barrera de la vergüenza y la decadencia. Ya no sabia que hacer y por eso su única oportunidad colgaba de un estante, la jugada que iba a permitir mostrarle a ella como él sí era capaz de pasar de la cerveza 30 y hasta tomar guaro después. Por eso observó ese pedazo de salchichón como posibilidad liberadora. Estaba ahí el motor de su revolución. Colgaba tranquila la mercancía y su valor de cambio se convirtió en sublime. El fetichismo en su máxima expresión. El “otro mundo posible” por solo 200 pesos.
Pidió una rodaja, de esas que parecen una moneda gorda de carne de paloma y nalguita de gamín (así le enseñaron a decir a alguien que conozco) y se acercó decididamente furioso, obtusamente borracho. En su estado mas puro. “ mire, tenga esto”. Lo tomó con sus dedos y lo lanzó a manera de frisby, cayendo el pedazo de salchichón en la mesa en la que las colillas de cigarros y los rastros de cerveza se mezclaban de manera grotesca. Mi amigo salió de la tienda convencido que su acto había sido el mayor insulto que una persona podría recibir.

Nunca esperó una llamada luego de unas horas diciendo que ese era el regalo mas lindo que le habían dado en su vida. “ muchas gracias nunca me habian regalado algo así, que regalo tan bonito!!!!” CLARO QUE NO LE HABIAN REGALADO ALGO ASI!!!!!!!!!! VIEJA ESTUPIDA!!!Trataba de gritar mi amigo pero no le salía sino una risa nerviosa y un balbuceo ridículo producto de la cerveza numero 40. De cualquier manera, él me enseño que el próximo regalo que voy a dar debe ser un pedazo mohoso de pan.